martes, 1 de enero de 2013

LA LEYENDA DEL RINCÓN DEL CORACERO


Los franceses llegaron a León en el verano de 1808. Al igual que otras muchas capitales, los leoneses declaran la guerra al invasor extranjero, teniendo lugar constantes luchas.

Y de esta presencia francesa surge la leyenda del Coracero. Cuentan que un Coracero francés para desfogarse de la dura batalla, se fue de mesones y tabernas (que había muchas en León) y poco a poco el buen vino de la tierra le fue haciendo su efecto. 


La suerte quiso que sus oficiales superiores le encontraran en este lamentable estado de embriaguez y le castigaran. El Coracero, queriendo huir de su castigo cogió su caballo y trató de huir por la Plaza Mayor (antiguamente llamada Plaza del Pan) con tal mala suerte que lo quiso hacer por las escalerillas que unen la Plaza Mayor con la calle Puerta Sol. 


Se cuenta que en esta huida, caballo y jinete calleron y rodaron por los suelos. Y, según cuentan las gentes del lugar, aparecieron muertos el Coracero y su caballo a los pies de estas escalerillas . 


Este típico rincón de León, que une los barrios de San Martín con el populoso barrio del Ejido, escenario de tal leyenda, es conocido como el rincón del Coracero o del Dragón ya que algunos historiadores indican que era un Dragón francés, y no un coracero, al igual que las fechas indican que el hecho tuvo lugar en 1809 o 1810.

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